Poesias de Gustavo

Bienvenidos

Bienvenidos esta es una serie de poesías románticas y no románticas, les aseguro que son poesías de altísimo nivel.

Almas que aman


Almas que aman

Eran dos enamorados que vivieron el amor más grande visto por las personas de aquella región, él Antonio y tenía veinte y ocho años y ella se llamaba María y tenía veinte y cinco años de edad, y como todos los grandes amores merecen toda una vida ellos se casaron para vivir juntos toda la vida; pero ellos se juraron más que toda la vida; se juraron un amor eterno, sin final y por todas las vidas que tengan porque una vida era poco tiempo para tanto amor y que volverá en cada existencia que tengan.
Y no pasó mucho tiempo y tuvieron una hija; una pequeñita linda como una luz de esperanza y que era el fruto de un gran amor, y todos los padres aman a sus hijos; pero aquel amor que sentía el hombre aquel por su hijita mostraba que rea un amor muy grande como el cielo y el mar.
Y aquella niña fue creciendo y aquel amor que el hombre aquel sentía por su pequeñita también; tanto es así que parecía de otro mundo o sobre natural tanto amor así.
Y era el cumpleaños de aquella niña; ya cumplía dos añitos, y el papá de aquella niñita le regaló una cajita de músicas; y para la niña aquella cajita de músicas parecía que era hecha de oro; no por la música mi por la cajita que era preciosa y si por quién se la había regalado “su papa” pero la felicidad parece que se apaga a veces y Antonio y María tuvieron que hacer un viaje de negocios y tuvieron que dejar a la niña con parientes y partieron; y al regreso en una curva de la carretera por la cual volvían ocurrió lo que no podía ocurrir; un accidente, pero no fue cualquier accidente; fue un accidente mortal, la mujer murió, y el hombre sufrió una grave lesión en el cerebro que afectó su coordinación motora que no permitía recuperarse del todo de su lesión porque se culpaba de la muerte de su esposa no tomando conciencia de que accidentes son accidente y nadie tiene la culpa cuando pasan las fatalidades, pero él no se culpaba solo por la muerte de su esposa; se culpaba también por haber causado la tristeza de su hijita que extrañaba mucho a su mamá pues aunque ya habían pasado dos años más la niña aún era chica tenía solo cuatro añitos y precisaba mucho de su mamá y el sentimiento de culpa hacía que el hombre aquel creyera que no podía caminar, y no caminaba; estaba siempre sentado allí en una silla de ruedas y no se daba cuenta que al verlo así triste y siempre sentado allí en aquella silla de ruedas a la niña la entristecía aún más y prendía aquella cajita de músicas que su papá le había regalado un día para ahuyentar la tristeza pero eso provocaba aún más su tristeza porque traía el recuerdo de cuando su papá estaba bien y eso hacía caer sus lágrimas pero en los momentos de alegría aquella cajita de músicas también iba con ella porque se la había regalado quién era su vida “su papá” porque la propia vida tiene sus alegrías y tristezas; y un día estaba la niña sentada jugando en la calle entretenida y venía un camión y el hombre allí en la silla de ruedas mirando, la niña entretenida en la calle y el camión que se aproximaba y Antonio se desesperaba porque el camión se aproximaba cada ves más y no podía pedirle ayuda a nadie porque no había nadie en aquel lugar; estaba solo él y la niña, iba a morir quién el hombre aquel más quería y él no podía hacer nada y la sensación de impotencia lo desesperaba aún más y como un milagro aconteció, Antonio como pudo se levantó de aquella silla fue y sacó a la niña de la calle, y fue increíble y discutido como todos los milagros, alguna gente dice que el hombre salvó a la niña con esa fuerza que viene desde alma llamada amor y otros dicen que fue la niña que hizo aquel hombre caminar usando el amor que él sentía por ella yo solo puedo escribir que fue un milagro por amor y los milagros son inexplicable; son milagros, solo puedo resumir y escribir “fue por amor”. Cuenta la leyenda que pasó muchísimo tiempo de aquello y con el pasar de los años aquella niña creció y ya era una señorita tenía diez y siete años de edad; cuando le descubrieron una grave enfermedad, tenía un tumor en el cerebro que con el correr del tiempo se iba agrandando más y cuando descubrieron que tenía esa enfermedad ya era muy tarde porque aquel tumor ya estaba muy grande y era imposible sacárselo porque si fuese aún chico podían sacárselo pero ya estaba grande de más para poder sacárselo y si intentaban sacárselo ella se moriría; y ya comenzaba a sentir mareos y sentía otras cosas a consecuencia de aquella enfermedad que hacía que se pusiera muy mal, la internaron y al poco tiempo lo inevitable vino a acontecer la niña que ya era una señorita falleció, y aquel hombre sufrió mucho porque pasó a vivir solo, pero no solo eso; perdió la hija que él adoraba, la compañera y la amiga y Antonio pensó que había perdido todo hasta el amor; pero se equivocó porque el amor cuando es de verdad jamás se pierde; y una noche que él estaba muy triste el alma de aquella niña vino y prendió la cajita de músicas que estaba en la habitación de ella y que él había dejado todo allí como ella dejó cuando estaba viva, es decir viva siempre estuvo porque el alma no muere jamás; muere la carne hasta se seca el corazón pero el alma nunca muere pierden el cuerpo y el alma se va al cielo dejando aquí en la tierra a quienes más aman pero siempre vuelven para volver a ver a las personas que amaron aunque estas personas no las puedan ver porque son almas y las almas no se pueden ver pero siempre están para ayudarnos y pretejernos; también vuelven porque no quieren desprenderse de quienes amaron aquí en la tierra hasta el día que pueden reencarnar y vivir aquí en la tierra como una persona normal y cuenta la leyenda que muchos años después aquella familia Antonio, María y la niña volvieron a vivir aquí en la tierra a ciento cincuenta años atrás porque entre aquella familia se amaban de verdad y los amores de verdad siempre vuelven porque son de “almas que aman”.























Eran dos enamorados que vivieron el amor más grande visto por las personas de aquella región, él Antonio y tenía veinte y ocho años y ella se llamaba María y tenía veinte y cinco años de edad, y como todos los grandes amores merecen toda una vida ellos se casaron para vivir juntos toda la vida; pero ellos se juraron más que toda la vida; se juraron un amor eterno, sin final y por todas las vidas que tengan porque una vida era poco tiempo para tanto amor y que volverá en cada existencia que tengan.
Y no pasó mucho tiempo y tuvieron una hija; una pequeñita linda como una luz de esperanza y que era el fruto de un gran amor, y todos los padres aman a sus hijos; pero aquel amor que sentía el hombre aquel por su hijita mostraba que rea un amor muy grande como el cielo y el mar.
Y aquella niña fue creciendo y aquel amor que el hombre aquel sentía por su pequeñita también; tanto es así que parecía de otro mundo o sobre natural tanto amor así.
Y era el cumpleaños de aquella niña; ya cumplía dos añitos, y el papá de aquella niñita le regaló una cajita de músicas; y para la niña aquella cajita de músicas parecía que era hecha de oro; no por la música mi por la cajita que era preciosa y si por quién se la había regalado “su papa” pero la felicidad parece que se apaga a veces y Antonio y María tuvieron que hacer un viaje de negocios y tuvieron que dejar a la niña con parientes y partieron; y al regreso en una curva de la carretera por la cual volvían ocurrió lo que no podía ocurrir; un accidente, pero no fue cualquier accidente; fue un accidente mortal, la mujer murió, y el hombre sufrió una grave lesión en el cerebro que afectó su coordinación motora que no permitía recuperarse del todo de su lesión porque se culpaba de la muerte de su esposa no tomando conciencia de que accidentes son accidente y nadie tiene la culpa cuando pasan las fatalidades, pero él no se culpaba solo por la muerte de su esposa; se culpaba también por haber causado la tristeza de su hijita que extrañaba mucho a su mamá pues aunque ya habían pasado dos años más la niña aún era chica tenía solo cuatro añitos y precisaba mucho de su mamá y el sentimiento de culpa hacía que el hombre aquel creyera que no podía caminar, y no caminaba; estaba siempre sentado allí en una silla de ruedas y no se daba cuenta que al verlo así triste y siempre sentado allí en aquella silla de ruedas a la niña la entristecía aún más y prendía aquella cajita de músicas que su papá le había regalado un día para ahuyentar la tristeza pero eso provocaba aún más su tristeza porque traía el recuerdo de cuando su papá estaba bien y eso hacía caer sus lágrimas pero en los momentos de alegría aquella cajita de músicas también iba con ella porque se la había regalado quién era su vida “su papá” porque la propia vida tiene sus alegrías y tristezas; y un día estaba la niña sentada jugando en la calle entretenida y venía un camión y el hombre allí en la silla de ruedas mirando, la niña entretenida en la calle y el camión que se aproximaba y Antonio se desesperaba porque el camión se aproximaba cada ves más y no podía pedirle ayuda a nadie porque no había nadie en aquel lugar; estaba solo él y la niña, iba a morir quién el hombre aquel más quería y él no podía hacer nada y la sensación de impotencia lo desesperaba aún más y como un milagro aconteció, Antonio como pudo se levantó de aquella silla fue y sacó a la niña de la calle, y fue increíble y discutido como todos los milagros, alguna gente dice que el hombre salvó a la niña con esa fuerza que viene desde alma llamada amor y otros dicen que fue la niña que hizo aquel hombre caminar usando el amor que él sentía por ella yo solo puedo escribir que fue un milagro por amor y los milagros son inexplicable; son milagros, solo puedo resumir y escribir “fue por amor”. Cuenta la leyenda que pasó muchísimo tiempo de aquello y con el pasar de los años aquella niña creció y ya era una señorita tenía diez y siete años de edad; cuando le descubrieron una grave enfermedad, tenía un tumor en el cerebro que con el correr del tiempo se iba agrandando más y cuando descubrieron que tenía esa enfermedad ya era muy tarde porque aquel tumor ya estaba muy grande y era imposible sacárselo porque si fuese aún chico podían sacárselo pero ya estaba grande de más para poder sacárselo y si intentaban sacárselo ella se moriría; y ya comenzaba a sentir mareos y sentía otras cosas a consecuencia de aquella enfermedad que hacía que se pusiera muy mal, la internaron y al poco tiempo lo inevitable vino a acontecer la niña que ya era una señorita falleció, y aquel hombre sufrió mucho porque pasó a vivir solo, pero no solo eso; perdió la hija que él adoraba, la compañera y la amiga y Antonio pensó que había perdido todo hasta el amor; pero se equivocó porque el amor cuando es de verdad jamás se pierde; y una noche que él estaba muy triste el alma de aquella niña vino y prendió la cajita de músicas que estaba en la habitación de ella y que él había dejado todo allí como ella dejó cuando estaba viva, es decir viva siempre estuvo porque el alma no muere jamás; muere la carne hasta se seca el corazón pero el alma nunca muere pierden el cuerpo y el alma se va al cielo dejando aquí en la tierra a quienes más aman pero siempre vuelven para volver a ver a las personas que amaron aunque estas personas no las puedan ver porque son almas y las almas no se pueden ver pero siempre están para ayudarnos y pretejernos; también vuelven porque no quieren desprenderse de quienes amaron aquí en la tierra hasta el día que pueden reencarnar y vivir aquí en la tierra como una persona normal y cuenta la leyenda que muchos años después aquella familia Antonio, María y la niña volvieron a vivir aquí en la tierra a ciento cincuenta años atrás porque entre aquella familia se amaban de verdad y los amores de verdad siempre vuelven porque son de “almas que aman”.